jueves, 4 de marzo de 2010

en una de nuestras más funestas travesías llegamos a Burgos. Nevaba de lo lindo. Cagon se mimetizo, literalmente, con unas piedras de un parque casi vertical. Llegaba con abrigo de lobo y la trompeta oxidada. Atravesó las salas de un Centro de Arte Contemporáneo con actitud displicente. Musitó chorradas en inglés y luego apenas pude entender lo que decía. Algo se traía entre manos. Olía a ajo y parecía un tanto "tocado". En la sala de conferencias lanzó un pedo sin contemplaciones. Luego cuando arrojaron sobre nosotros unos cubos de lentejas ni se inmutó. Yo iba en pijada, concretamente con un modelito bastante perjudicado de Yves Saint-Laurente y zapatillas bussiness-class de Iberia. Aquello era de pena. El público: unos profesores de Instituto que se tenían que "reciclar" (sic). Quedaron patidifusos. Pensarían que éramos la representación quintaesencial de la cretinada. Al salir nos hundíamos en la nieve. El frío era mortal. Cagon ni tuvo la decencia de despedirese. Salío por peteneras.

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