sábado, 20 de marzo de 2010

Dos notas acerca de publicidad, Benjamin y la poesía "corporal"

La aparición de los anuncios en la prensa europea a mediados del siglo XIX supuso toda una revolución de la cultura y la comunicación; fue el inicio de la era subliminal. La pesima opinión de los críticos contradecía los elogios propios de la publicidad creando una esquizofrenia social de la cual ya se quejaba Saint-Beuve en 1839: "¿Cómo se podía condenar" en la parte crítica "un producto... del que, dos pulgadas más abajo, se leía que era una maravilla de nuestra época? La atractiva fuerza de las cada vez más grandes letras del anuncio obtenía además la delantera: era como una enorme montaña magnética que desorientaba por completo la brújula." Tal bipolaridad es cosa del pasado gracias a la homogeneización (y unidireccionalidad) exigida por parte de ambos, lector y publicista. Una vez oí a mi padre que en las publicaciones periódicas el texto ocupa el espacio que sobra para las imágenes, las cuales han de conformarse con el espacio que dejan los anuncios a su paso. No se si aquello era suyo o estaba, de nuevo, profesando ese arte de "citar sin comillas" que ya defendía Benjamin bajo el rótulo de la escritura como montaje literario; sea como fuere: qué verdad. Ahora que aparece Benjamin, una invitación: repensar el aura en relación con la reproductibilidad (virtual, o mejor dicho, digital, en nuestro caso). Con el paso de los años, un lector distanciado y crítico de La obra de arte en la época de su reproductibilidad técnica no puede más que sorprenderse, poniendo en tela de juicio esa supuesta relación que establece Benjamin entre la creciente "(sobre)exposición" del arte reproductible y su connotación política. ¿En que sentido constituyen "la costumbre y la repetición" verdaderos instrumentos al servicio de un arte emancipador para los felizmente alienados consumistas de la industria cultural de masas? Otro tiempo requiere de otros pensadores. Tal vez ya no sea nunca más la arquitectura, como pensaba Benjamin, el paradigma del arte funcional (y político). Dada la escalada en construcciones irracionales, monolíticas, excesivamente "creativas", las (de)construcciones postmodernas, más bien que permitir la construcción de un espacio en común, constituyen el paradigma de la imposición y diseminación del individuo entre cristaleras que (recordemos aquella mítica escena de Citizane Kane) nos devuelven infinitamente reproducida nuestra imagen solitaria. La irrupción masiva de este tipo de edificaciones "revestidas de cristales" verifica una vez más la estrecha relación entre ideología y producción: la arquitectura contemporanea ejemplifica el sofisma de la total transparencia o, en su versión negativa, la realidad de la proyectada panoptización videovigilada. La era de la técnica planetaria ya se ha realizado. ¿Y ahora qué?


No fue hasta Mallarmé (Un coup de dès) que los escritores de la high culture tomaron consciencia del potencial literario que se encontraba allí, formalmente, en la tipografía publicitaria: esas fuerzas de atracción centrípeta abrían espacio al sublime vacío de la página en blanco donde se posibilita por primera vez el despliegue de "una idea en el espacio", por utilizar las palabras de Valery. Así los poetas se dieron cuenta de que el género poético se caracterizaba más propiamente por la ausencia de texto que por la presencia de la escritura; el gusto por la verborrea escatológica que caracterizó a los poètes maudits fue sustituido por un minimalismo de la ausencia de Verbo: el silencio y el desgarro como formas paradigmáticas una poética de la tachadura. Las plumas callaron; estaba a punto de comenzar el estruendoso concierto de los cañones. En efecto, Francia fue el lugar donde se gestó una nueva concepción de la temporalidad en términos corporales (más bien que cadenciales/ sonoros, que constituian el paradigma poético previo): ahí están los Calligrammes de Apollinaire ¿Tendrá esto alguna relación con la irrupción del cine mudo como movilización de las imagenes silenciosas pero no por ello carentes de significación "temporal"? La superación de la versificación y la rima fue momentanea, me temo. Rápidamente se regresó a "la poesía de damiselas" con la cual habrían acabado los poemas de T.S. Eliot, según la opinión de Ezra Pound. Hubo alguna disonancia, como puede ser aquella de las (poco conocidas) posvanguardias poéticas de los años 60-70; no obstante, a partir de la segunda mitad del siglo XX el cine sonoro y la música popular volvieron a llevar al género literario de la poesía por sus cauces más convencionales, lo que quiere decir repetibilidad sonora (desgraciadamante, si me permiten añadir).

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